¡Por supuesto que sí! Dios te ama inmensamente y Su amor por ti es incondicional y eterno. Nada puede separarte del amor de Dios, ni siquiera las dificultades, los errores o las heridas que puedas haber experimentado en tu vida. En la Biblia, San Pablo nos recuerda: 

Estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni potencias, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 8,38-39)

Aunque el divorcio es una experiencia dolorosa y difícil, que puede traer mucha confusión y sufrimiento, Dios no se aleja de ti. Al contrario, Él te quiere dar Su consuelo, Su misericordia y Su paz. La Iglesia siempre invita a quienes han pasado por esta experiencia a acercarse a Dios, a recibir Su gracia a través de la oración y los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía, que son fuentes de sanación y fortaleza.

Recuerda que Dios comprende el dolor y las dificultades que has atravesado. Si necesitas orientación sobre tu situación particular, siempre es bueno acercarse a un sacerdote para recibir consejo y acompañamiento espiritual. Pero nunca dudes del amor infinito que Dios tiene por ti; Él es un Padre misericordioso que siempre nos acoge con los brazos abiertos. 

Te invito a confiar en Su amor y a buscar Su rostro, porque Él siempre está ahí, dispuesto a caminar contigo, a sanar tus heridas y a darte una nueva esperanza.