La situación de quienes se han divorciado y vuelto a casar es algo que la Iglesia aborda con gran atención y compasión. De acuerdo con la enseñanza de la Iglesia Católica, el matrimonio es un sacramento que une a los esposos en un vínculo indisoluble. Es por esto que, cuando alguien se divorcia y contrae un nuevo matrimonio civil, la Iglesia considera que la persona está en una situación de "unión irregular," porque el vínculo sacramental del primer matrimonio aún permanece válido.
¿Qué significa esto para la comunión?
La Iglesia enseña que quienes se encuentran en una situación de unión irregular no pueden recibir la Eucaristía, porque vivir con otra persona como esposo(a) sin que haya sido disuelto el vínculo anterior se considera objetivamente contrario a la enseñanza de Cristo sobre el matrimonio. Sin embargo, esto no significa que la persona esté excluida de la vida de la Iglesia.
Camino de discernimiento y reconciliación
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, ha señalado la importancia del acompañamiento pastoral y el discernimiento para quienes están en estas situaciones.
Cada caso es único y se debe tratar con amor y cuidado pastoral. La Iglesia invita a las personas que se encuentran en esta situación a acercarse a un sacerdote para hablar de su caso particular, para recibir consejo espiritual, y para explorar si hay posibles caminos hacia la reconciliación. Esto podría incluir, en algunos casos, la posibilidad de iniciar un proceso de nulidad matrimonial, en el cual se determine si el primer matrimonio fue válido o no desde el inicio.
En algunas situaciones, si el primer matrimonio se declara nulo, la persona puede casarse válidamente en la Iglesia y volver a la plena comunión sacramental. Si no es posible obtener la nulidad, y la persona continúa viviendo con su nueva pareja, hay otras maneras de acercarse a la gracia de Dios, como la oración, la participación en la misa, la vida comunitaria, y los actos de caridad.
Alternativas pastorales
En ciertas circunstancias, se ha planteado la opción de vivir en continencia (es decir, como hermanos) para poder recibir los sacramentos. Esta es una decisión que se toma en diálogo con el sacerdote y tras un discernimiento profundo, siempre buscando la voluntad de Dios y el bien espiritual de la persona y su familia.
Una invitación a la esperanza
Quisiera animarte a que no pierdas la esperanza ni el deseo de acercarte a Dios. Aunque la situación pueda parecer compleja, recuerda que Dios nunca deja de amarte ni de llamarte a una relación más profunda con Él. Acércate a un sacerdote en tu parroquia, para que juntos puedan discernir tu situación y encontrar el mejor camino a seguir. Dios es infinitamente misericordioso y siempre nos invita a volver a Él con un corazón sincero y humilde.
Estoy seguro de que, a través del diálogo, la oración y el acompañamiento pastoral, encontrarás una manera de vivir tu fe con alegría y esperanza, confiando siempre en el amor de nuestro Señor Jesucristo.